Trabajo
enviado por:
Pedro Gutiérrez Leal
Universid
Nacional Abierta - Veneezuela
pegutier@una.edu.ve
Indice
1.
Introducción
Nos creemos
dueños de la realidad cuando discutimos sobre temas de economía,
política, gerencia, educación, asuntos públicos
y hasta de situaciones foráneas. Nos hacemos eco de opiniones,
como si fueran nuestras, a partir de noticias y comentarios realizados
en los medios de comunicación, sin darnos cuenta que formamos
parte de lo que se conoce como una matriz de opinión. Defendemos
nuestras «verdades» sin considerar, que la opinión
que tenemos de la realidad, está influenciada por nuestras necesidades
personales, vivencias profesionales, intereses y mundo cultural. Por
otra parte la falta de una conciencia objetiva sobre la realidad hace
que ésta se sitúe por encima de la capacidad de intervenirla,
pues se torna distorsionada y subjetiva ante nuestra percepción.
El subjetivar va mucho más allá de condicionar la interpretación
de la realidad; limita la capacidad de intervenirla para ponerla a servicio
personal y colectivo. Consideramos que lo que "conocemos"
antecede la existencia del mundo real. De esta manera, cuando enfrentamos
una determinada circunstancia y ésta no se encuadra dentro de
la concepción que de ella tenemos, limitamos nuestra participación
anteponiendo juicios de valor a la misma.
Si los patrones teóricos con los que apreciamos la realidad no
cuadran, emitimos juicios sobre ella, la etiquetamos con epítetos
que reflejan nuestra propia incapacidad para abordarla. La incomunicación
existente entre la realidad y el sujeto, impide la posibilidad para
intervenirla. Al no existir un diálogo fluido, se imposibilita
demostrar, ante sí mismo, la capacidad personal de alcanzar logros,
reduciéndose la autoestima, asumiendo posiciones conservadoras
y una actitud medrosa. Allí radica el problema, nos sentimos
temerosos y propensos a seguir patrones conductuales socialmente aceptados,
sin evaluar su pertinencia respecto a la seguridad individual que genera.
La limitación para intervenir la realidad, está prácticamente
generalizada en el hombre actual. Posee cada día mayor cantidad
de información, pero menor capacidad de solventar los retos que
le impone su realidad. La concentración urbana ha alejado al
hombre de la actividad rural, de donde extraía los bienes con
los cuales satisfacer sus necesidades; utilizando sus propias capacidades
físicas e intelectuales para producir.
El hombre se ha aislado en la ciudad, perdiendo el mecanismo idóneo
de autovaloración personal, su habilidad para satisfacer los
requerimientos personales y colectivos. En el medio urbano, solventa
sus necesidades a través del amiguismo, la adulación,
la participación política entre otros, mecanismos éstos,
que lo frustran, enajenan, lo hacen agresivo, medroso, individualista,
y contribuyen muy poco en su autoestima.
Para conciliar la supervivencia urbana y los métodos empleados
para lograrlo, el hombre utiliza subterfugios anímicos y emocionales
que le ofrecen soporte a su personalidad. Busca explicación de
su situación personal, en antecedentes cognoscitivos adquiridos
e inducidos a través de los mecanismos formales e informales
de socialización. Si bien el conocimiento adquirido hasta la
actualidad ha probado su utilidad, el mismo está montado sobre
un marco "filosófico", que intencional e implícitamente
induce en el hombre, una forma constructiva del pensamiento, que lo
aferra a aquello que "conoce", uniformando así su conducta,
haciéndolo cada vez más conservador.
Al condicionar la construcción del pensamiento del hombre a valores,
principios y normas que son ajenos a la condición humana, su
conducta personal entra en contradicción con sus necesidades,
sintiéndose ajeno a su entorno, a su realidad y hasta a sí
mismo.
Se puede desenvolver en cualquier área del saber y del desempeño
social, siempre y cuando la realidad no entre en
contradicción con la información que le ha sido suministrada.
Dentro de estos límites, todo marcha bien. Pero al ser retado
por necesidades y problemas que se encuentran fuera de los límites
y concepciones teóricas preestablecidas, es entonces cuando el
hombre encuentra reducida su capacidad para comprender e interpretar
la realidad y, por ende, su capacidad para modificarla se ve mermada.
No es capaz de desarrollar una conceptualización propia, ni se
atreve a correr el riesgo de ser juzgado por ello.
Es conveniente aclarar que los paradigmas dentro de los cuales evoluciona
el hombre le ofrecen seguridad, pero en ocasiones están en contradicción
con su propia naturaleza. Al colocar las decisiones personales en fuerzas
superiores, el hombre se vuelve un ser manejable, se desdibuja dentro
de la masa social pero en ese anonimato se siente seguro. Esto ha permitido
construir y consolidar la sociedad que hoy conocemos. El marco ideológico
que regula el devenir social e individual del ser humano y condicionar
su conducta, permite la constitución y consolidación de
la institución social.
La sociedad tiene intereses y mecanismos de perpetuación que
están muy por encima del hombre, los cuales limitan su capacidad
para satisfacer la necesidad de supervivencia, en la misma medida que
fomenta la concentración urbana donde las actividades de servicio
son privilegiadas a expensas de las actividades productivas. La contradicción
interna del ser y la posición social que ocupa entran en conflicto.
La seguridad personal y la autoestima carecen de soporte real: al no
tener, no valgo, no soy. Los conflictos sociales causados por la apropiación
y acumulación de los excedentes de producción, toman también
expresión en el conflicto interior del hombre.
Lo normativo e institucional se mantienen por encima de a quien supuestamente
sirve. El Estado, la sociedad, la educación, la empresa, la salud,
la seguridad, el gobierno, la producción, la religión,
las normas, las leyes y las creencias, requieren ser servidas, pero
no centran su atención real en el hombre. Por ejemplo, la educación
se sirve así misma, difundiendo "verdades", sin prestar
principal atención en fomentar la capacidad analítica,
ni la creatividad. Es una institución conservadora y perpetuadora
de la sociedad que la concibe.
Como mencionamos anteriormente, la sociedad ha prestado un gran servicio
al hombre en cuanto a la seguridad que le ofrece en lo que se refiere
al bienestar material, pero el desarrollo trascendental del hombre,
no ha estado entre sus prioridades.
Siendo el hombre actor, creador y artífice de la institución
social, ha caído en su propia trampa. El sistema se ha encargado
de
mantener su dinámica y coherencia, situándolo por debajo
de su propia creación. Si bien históricamente el hombre
buscó explicaciones a sus inquietudes, en mitos y mistificaciones
de la realidad, esta dinámica lo envolvió de una manera
tal, que muy a pesar del desarrollo tecnológico alcanzado, el
hombre se ha convertido en el vehículo para preservar lo tradicional.
A pesar de esta relación entre la sociedad y el individuo, el
intelecto humano promedio se diversifica e incrementa continuamente
en complejidad y riqueza; surgen así, una epistémia centrada
en el objeto, en la realidad.
Para perpetuarse, la sociedad mantiene paradigmas filosóficos
transmitidos de generación en generación, independientemente
de las formas que tomen las teorías explicativas de la realidad.
El punto de vista epistemológico que impera desde las
primeras agrupaciones sociales, prevalece prácticamente inalterable.
Las concepciones míticas y místicas que han venido explicando
el mundo real y el rol humano, anteponen intencionalmente conceptos
que se han comportado más como ideologías dominadoras,
que como interpretación de la estructura del pensamiento, comúnmente
se conocen como filosofía.
La relación entre el hombre y su realidad es un hecho material
y concreto. Se origina para solventar sus necesidades básicas
de sobrevivencia y está condicionada por el desarrollo alcanzado
en los medios cognoscitivos y técnicos para un determinado momento
histórico. Por otra parte está afectada por las características
ecológicas y culturales en las que está inmerso. Las concepciones
del hombre sobre sí mismo y de sus relaciones con el mundo, constituyen
también hechos reales y objetivos, aún cuando los mismos
le sean intangibles e inconscientes. Podemos entenderla como una relación
epistémica, de tal manera que va más allá del mero
estudio de los elementos de mediación teórica.
Para ilustrar la epistemia que ha venido guiando la relación
hombre-realidad, desde la antigüedad citamos el Mito de la
Caverna. Platón concibió que todo ser humano, desde que
nace, trae el conocimiento desde el "mundo de las ideas",
dictado por los espíritus que allí habitan. En el transcurrir
terrenal, el hombre irá recordando los conceptos preestablecidos;
la sabiduría alcanzada en el transcurso de su vida, le determinará
su ascenso a la cima de Urano. Para Platón el conocimiento o
los conceptos preceden a la realidad, evidenciando así, la necesaria
guía que el hombre de la época requería para comportarse
en sociedad. Preceptos, normas, leyes y verdades de todo tipo, se han
mostrado como razones válidas para explicar el mundo real, la
conducta del hombre y su conciencia. Se ha validado, desde entonces,
una estructura del pensamiento, aplicable en todas las épocas
y situaciones. Está concepción reduce y limita la creatividad
humana, aún cuando ha facilitando la vida en sociedad, y superpuesto
la intencionalidad sobre las necesidades humanas.
De esta manera, se han desdeñado otras formas constructivas del
pensar. La praxis aristotélica, puesta a un lado por varios siglos,
reconoce que el conocimiento está en las cosas y su relación
se hace de manera directa con ellas. Cuando las evidencias materiales
pusieron en discusión las aseveraciones tradicionales, se concibieron
formas interpretativas que fueron mediatizadas, al concebir que el conocimiento
develado por la ciencia era también obra divina... De está
manera, la ciencia fue mediatizada prácticamente desde su inicio,
y platonizaron a Aristóteles.
"Tomás de Aquino y Alberto Magno fueron los principales
ideólogos de esa concepción y lograron combinar el sistema
comprensivo de la naturaleza con la teología y la ética
cristiana" (Ginés, 1993:24)
"Muy poco fue el aporte de la edad media para enriquecer el campo
de las ciencias naturales, si exceptuamos a Alberto Magno), pues la
"autoridad de los "maestros" fue siempre esgrimida como
argumento de verdad y certeza." (Ginés, 1993:52)
2.
¿Acaso esta situación ha cambiado?. ¿ Hoy en día
es diferente?
La institución
social y su base ideológica se perpetúan a través
de poderosos intereses al llevar adelante la aplicación del mecanismo
de socialización, que sumen al individuo y al colectivo, en una
relación tácita de perpetuación de la forma tradicional
de estructurar el pensar. Las interpretaciones de la realidad han operado
dentro de límites determinados, ofreciendo seguridad al hombre,
siendo ésta la sobrevivencia del enfoque epistemológico.
El halo de seguridad causado por los paradigmas explicativos, dificulta
la aceptación de nuevas formas de construcción del pensamiento,
dificultándose la aceptación de puntos de vista y concepciones
novedosas.
Al perpetuar el mecanismo tradicional fundamentado en la institucionalidad
social, el hombre ha perdido su horizonte. El hombre es actor y es fin
de sus propias acciones, parafraseando a Protágoras de Abdera
(485-410 a.c.) "el hombre es la medida de todas las cosas".
Independientemente de los juicios de valor que podamos hacer del mecanismo
de subordinación del hombre, éste ha servido
de base para la consolidación de la sociedad actual. Ella misma
ha permitido que el hombre evolucione dentro de los límites de
seguridad que impone su supervivencia, hasta alcanzar un alto nivel
de conciencia de su realidad y de sí mismo. Ahora, es menester
tomar conciencia de que la sociedad no podrá cambiar mientras
sus paradigmas e integrantes no acepten su cuota de responsabilidad
individual y colectiva.
Para alcanzar este objetivo, se debe reinterpretar al hombre y su realidad.
Se hace necesario que el hombre tome conciencia de su rol protagónico
en la interpretación y construcción del conocimiento.
Es menester devolverle su capacidad de crear, de ser constructor de
su propio futuro, haciendo de este deseo una voluntad consciente e intencionada.
En el campo de la aplicación práctica, el hecho de envolver
el proceso de interpretación de la realidad en un halo de cientificidad,
reduciendo su utilización a un determinado número de personas
y con el positivismo científico, por otra parte, se ha limitado
la concientización del hombre, como el ser con capacidad para
modificar intencionalmente su entorno, a través de su raciocinio.
Este trabajo pretende revalorar el proceso que el hombre utiliza para
interpretar y modificar la realidad en su propio beneficio y del colectivo,
mediante la participación directa y transformadora. Independientemente
de la existencia de ideologías conservadoras para frenar esta
corriente, el desarrollo de las comunicaciones está haciendo
surgir un nuevo punto de vista con el cual se analiza, interpreta y
modifica la realidad.
Este desarrollo teórico pretende impulsar el potencial creativo
del individuo, frente al proceso uniformador, con el surgimiento de
una nueva forma interpretativa de la realidad y de conceptualizar al
hombre mismo como producto relacional. e histórico. Contrariamente
al individualismo, esta concepción cognoscitiva, revaloriza holísticamente
a la persona, en donde la autoestima juega un papel fundamental.
El desarrollo de nuevos enfoques, concepciones, teorías e instrumentos
de medición, potencian el análisis y la creatividad humanas,
pretenden hacerlo consciente, no solamente de su potencial creativo,
sino del proceso de autoconstrucción el cual se alcanza involucrándose
en la interpretación y modificación de la realidad que
lo envuelve.
Como manifestación del problema existente al construir la interpretación
de la realidad, a partir de conceptualizaciones preexistentes y de lo
generalizado en la discusión de este enfoque, citamos de Umberto
Eco en su novela El Péndulo de Foucault Allí se da una
conversación entre sus personajes Jacopo Belbo y Casaubon, respecto
al juicio que el primero hace de los escritores que envían sus
textos al comité de redacción de casas editoriales.
"- ... Ya estamos en el umbral en el que sospechamos que algo no
funciona. Pero es necesario un esfuerzo para demostrar qué es
lo que no cuadra y por qué. ..... Se publican muchos libros escritos
por estúpidos, porque a primera vista son muy convincentes. El
redactor editorial no está obligado a reconocer al estúpido.
No lo hace la academia de ciencias, ¿por qué tendría
que hacerlo él?
- Tampoco lo hace la filosofía. El argumento ontológico
de San Anselmo es estúpido. Dios tiene que existir porque puedo
pensarlo como el ser dotado de todas las perfecciones, incluida la existencia.
Confunde la existencia en el pensamiento con la existencia en la realidad.
- Sí, pero también es estúpida la refutación
de Gaunilo. Puedo pensar en una isla en el mar aunque esa isla no exista.
Confunde el pensamiento de lo contingente con el pensamiento de lo necesario."
(Umberto Eco, 1991:62)
A lo largo de la historia, se ha platonizado a Aristóteles y
mediatizado la ciencia, distanciándola del hombre común,
haciéndole asumir una orientación interpretativa y recursos
metodológicos intencionados, comprometiéndole con la perpetuación
del sistema social.
Al colocar la interpretación de la realidad, sujeta a conceptos
preexistentes, el "conocimiento" verifica la concepción
más que comprender lo real, relegándola a un segundo plano
de interés, permitiendo únicamente, una interpretación
condicionada a lo previamente teorizado. Coloca la institución
académica sobre cualquier interés, por más legítimo
que éste sea.
Algunos pensadores pueden continuar aduciendo que potenciar el desarrollo
individual frente a lo institucional hacen del hombre un ser anárquico.
Esto es una falacia: un hombre que se valore como individuo tiende a
reconocer el valor de su congénere por sí mismo. Tiende
a vencer el individualismo agresivo por una empatía sinérgica,
donde se comprenda que el todo es más que la suma de sus partes.
Otro objetivo de este trabajo consiste en favorecer la elaboración
de una concepción teórica orientada a estimular el análisis
de la realidad, con fines claramente prácticos y utilitarios.
El enfoque
propuesto condiciona, entonces, nuestras respuestas a la interpretación
objetiva de lo real, abandonando los juicios de valor y reduciendo la
peligrosa tendencia a la impulsividad, al darnos cuenta que lo que percibimos
no es necesariamente lo sustancial de lo real, sino aquello de percibimos
filtrado por el esquema mental y cultural.. Ante una situación
que nos reta, se responde impulsivamente sin pensar que de esta manera
perdemos la posibilidad de ser efectivos, así como de perder
valiosas oportunidades de éxito.
Aunque suponemos que éste actuar es "instintivo", respondemos
bajo los lineamientos del enfoque "epistémico y cultural"
aprendido. La realidad no es la que percibimos, ni lo que percibimos
es la realidad; respondemos ante lo fenomenológico, pero no ante
lo causal.
Con la intención de facilitar la comprensión del proceso
de interpretación de la realidad, el hombre ha formulado, a lo
largo de su trayectoria histórica, constructos teóricos
con los cuales comprende el mundo real que lo rodea, obteniendo una
progresiva conciencia de sí mismo. Ha sido un largo camino interpretativo,
entre el momento en que el hombre aparece sobre la tierra hasta el día
de hoy. Desde el primer momento interpretativo, el proceso de abstraer
el mundo real no se ha detenido, ni se detendrá jamás.
Inicialmente, la preocupación real del hombre primitivo fue sobrevivir,
alimentarse y protegerse, pero el hecho interpretativo ocurría
sin proponérselo. Durante la actividad misma de intervenir la
naturaleza se ponía en comunicación con un mundo real
al cual, en un principio, no podía comprender, pues carecía
de un elemento de mediación que se lo permitiera. Al empezarse
a desarrollar el lenguaje, la actividad intervencionista de la naturaleza,
es cada día más intencionada y consciente.
Con el transcurrir del tiempo, la necesidad de intervenir y modificar
más radicalmente el mundo real, demandó que la simple
praxis exigiera un nivel explicativo de mayor complejidad. El discurso
explicativo sobre el por qué y el cómo, fundamentó
teorías de mayor objetividad sobre el funcionamiento, la razón
y la causa de las cosas. Es allí cuando un nuevo desarrollo mediador
toma paulatinamente relevancia entre el hombre y su realidad: se construyen
las teorías. En la misma medida, el hombre comienza a conocer
su capacidades y poder de intervención de la realidad, toma conciencia
de su propia capacidad intelectual. Igualmente, emprende la distinción
entre él mismo y las cosas de la realidad en la que participa.
Empieza a abstraerse a sí mismo y a analizar su propio proceso
mental.
En la misma medida que el hombre invierte tiempo y esfuerzo en la búsqueda
de explicaciones, va tomando conciencia de sí, en un proceso
dialéctico de autocomprensión, mientras interviene su
realidad recibe respuestas a sus concepciones teóricas y de sí
mismo. Surge la concepción epistemológica, en otras palabras,
el concepto que describe el proceso relacional comprensivo, entre el
hombre y su mundo real. Este proceso se construye, sobre la base de
la experiencia, a lo vivencial, sobre una explicación de la relación
entre el mundo real y el hombre, con incidencias cruciales sobre el
conocimiento.
El conocimiento,
primero fue el resultado de un aprendizaje pragmático, dando
paso al razonamiento discursivo, para posteriormente tomar la conciencia
de sí, y de las cosas: primum vivere, deinde philosophare.
Este discurso no es más que otro constructo teórico; una
explicación en la que concurren, experiencias vivénciales
y todo el poderoso sistema filosófico imperante, subyacente en
la cultura educativa actual que es histórica, social y ecológica.
El mismo constructo se desarrolla como expresión y necesidad
personal de manifestar la relación entre el hombre y su propia
realidad, obtenida como producto de una sostenida actividad investigativa.
La intención de subrayar que esta formulación epistémica
es un producto de reflexiones personales radica en que la conciencia
de sí, surge de la relación concreta entre el individuo
y mundo real, y que la explicación del proceso epistemológico,
no es una "verdad" sino su punto de vista. Al divulgarlo,
se trata de someterla a la discusión pública, con el objeto
de nutrirla. De haber coincidencias con otras posiciones, las mismas
son originadas en la condición misma de ser la investigación
una expresión humana, histórica, social y espacial.
3.
Origen Del Conocimiento
Para interpretar
el origen del conocimiento, partiremos por analizar la relación
fundamental que se establece entre el hombre y el mundo real. Su necesidad
básica es sobrevivir, al igual que la de cualquier otro organismo.
Necesidad ésta que es posible comprender objetivamente a través
de la cantidad requerida y del tiempo que le toma conseguirlo. Cuando
el desarrollo del conocimiento y las técnicas para producir son
escasas, la cantidad es limitada y el tiempo es mayor. De esta manera
el ser humano debe invertir mucho esfuerzo y someterse a grandes riesgos.
La ubicación de la población humana en zonas de abundancia
permitió que la inversión de tiempo fuera menor y el volumen
de lo obtenido fuera mayor, quedando tiempo libre y reduciendo el conflicto.
Así pudo establecer relaciones grupales más estables,
nutrirse de información valorada emocionalmente, sentir miedo,
confort, bienestar, etc, pero allí donde la abundancia lo permitió,
se nutrió de sonidos, olores, colores, nuevas sensaciones, que
lo indujeron a reproducirlos; probó también su habilidad
para producir la muerte, o para prolongar la vida. Cazó y pescó,
enriqueciendo sus relaciones con la naturaleza. Reprodujo individualmente
lo observado, para luego, asociar los sonidos escuchados con los que
podía emitir, posteriormente les dio significado y los convencionó
con los demás miembros del grupo humano. Al lograr que los sonidos
emitidos fueran reconocidos por los demás, tácitamente
acordaron la relación de los signos sonoros emitidos con fenómenos
particulares. Nació así, la primera forma de intercambio
de información, el lenguaje onomatopéyico.
Se estableció una relación de abstracción o representatividad
entre el signo y el hecho. Cada vez que un sonido nos estimula, aparece
la imagen simultáneamente en nuestro cerebro; pero ésta,
no es la realidad sino su representación, su abstracción.
Para que el signo "sonido" tenga valor comunicacional, debe
ser reconocido su significado por los otros miembros del grupo.
Cada vez que nos comunicamos, se da de manera mediada, a través
de los signos abstractos, socialmente aceptados y convenidos. Construimos
la interpretación del mundo real y anticipamos la acción
con los elementos del lenguaje.
"Los límites de mi lenguaje significan los límites
de mi mundo. Los límites de mi mundo son los límites de
mi lenguaje" señala Wittgenstein (1991) y la interpretación
que hacemos del mundo real a través de signos abstractos, convencionables
y convencionales se considera como conocimiento. El hombre se separa
del resto de los animales desde el momento que le asignó significado
a una abstracción: sonido, gesto, gráfico, etc.
Observar el desarrollo histórico de la relación hombre/realidad,
permite evidenciar la evolución y sofisticación de los
signos abstractos, generados en la creciente y continua intervención
en la naturaleza. En la medida que se desarrollan estos elementos de
mediación interpretativa, se acrecienta la capacidad humana de
intervención del mundo real, se desarrollan nuevos medios tecnológicos
y organizacionales. Aparecen las instituciones sociales como el Estado,
la educación, la milicia; así como también, los
códigos éticos, morales y legales, que han contribuido
en el desarrollo histórico de la sociedad, contraponiéndose
con objetivos institucionales por encima de la naturaleza del individuo.
La cita de Wittgenstein, es pertinente para evidenciar el continuo dialéctico
en la formación de la conciencia del hombre, en la misma medida
que se involucra en la construcción de su mundo. Interpretado
así el conocimiento (lenguaje, teorías y filosofía),
se le ubica como herramienta del hombre. El constructo teórico
planteado, le otorga al conocimiento su carácter histórico,
social y espacial, en permanente transformación y enriquecimiento,
su valor utilitario y altamente vinculado con la realidad.
El carácter de científico otorgado a un tipo determinado
de conocimiento, es producto de un acto consciente e intencionado de
búsqueda, de una explicación más objetiva de la
realidad, pudiendo ser comprobada en cualquier parte del orbe, adquiriendo
su carácter de "universal". Frente a la necesidad local
de enfrentar una determinada situación problema, el valor utilitario
del conocimiento, tiene mayor relevancia que su condición de
universalidad. La elaboración de explicaciones vinculadas a una
solución concreta, fortalece la posición del hombre, lo
potencia, le ofrece una plataforma concreta sobre la cual construye
su propia apreciación, además de enseñarlo a valorar
constructos teóricos ajenos; se hace un ser "universal".
Esta concepción
epistemológica se fundamenta en el hecho de que el hombre es
un ser, que se construye a sí mismo, siendo a su vez, concreción
cultural, histórica, espacial, y ambiental. Se construye a sí
mismo pues dispone de un recurso natural, adicional a los sentidos,
con el cual elabora una interpretación del mundo, que le permite
tomar conciencia de su propia condición y del mundo relacional.
En esta concepción, se insiste sobre la realidad como él
mismo, todo aquello que está en el entorno del hombre, en lo
físico/natural y social y el efecto que él causa. La realidad
es rica en formas, colores, olores y sabores y de una gran diversidad
y complejidad con propiedades que le son inherentes. Lo cualitativo
o lo cuantitativo que le atribuimos a la misma, son desarrollos teóricos
que permiten percibirla de una manera particular e interpretarla con
valoraciones comparativas.
4.
Categorías para la interpretación de la realidad
La manera
de aproximarnos a la interpretación de la realidad, con de este
enfoque, está representada por:
- el recurso del método condición humana
- un enfoque punto de vista
- una teoría área de conocimiento
Dentro del contexto en el que opera la presente concepción epistémica,
el hombre cuenta con ciertos componentes con los cuales interpreta su
realidad: uno de índole natural como ser pensante y otros de
carácter cultural como constructos teóricos que median
entre él y su mundo, los cuales agrupamos en categorías
epistemológicas.
El método se conceptualiza como un recurso inherente a la condición
humana, mediante el cual la persona se acerca a una interpretación
de la realidad. Tiene el mayor nivel de concreción, pues él
define la conducta interpretativa de la realidad. El recurso metódico
no es un elemento de mediación pero fundamenta y da coherencia
a nuestro constructo teórico.
Conceptualizamos el método como el recurso lógico y natural
que complementa a los sentidos, para procesar la información
proveniente del mundo que lo rodea. Posee una secuencia de pasos, etapas
o tareas organizados secuencialmente, para alcanzar un conocimiento
cónsono con la realidad misma. El método permite al hombre
ser humano, desarrollando su capacidad de intervenir el mundo con la
finalidad de satisfacer sus necesidades.
El recurso metódico está presente en el hombre, aunque
éste no tenga conciencia de él. Opera en él como
base de su propia naturaleza, pero su intervención continua y
sostenida en la realidad lo ha inducido a desarrollar elementos mediadores,
con los cuales construye una explicación; inicialmente las explicaciones
fueron pragmáticas y luego mistificaciones especulativas, pero
con el transcurrir del tiempo, ha llegado a objetivarlas, tomando conciencia
de su poder creador.
El enfoque representa un punto de vista filosófico. Con la utilización
cotidiana e inconsciente del recurso metódico, el hombre lo aplica,
sin tener definido un enfoque o punto de vista, como tampoco tiene porque
explicitarlo. Es normal recurrir a la lógica lineal, construcciones
por opuestos, contrastes, secuencias, series, pero el desarrollo de
la conciencia de sí, le ha permitido al hombre incorporar nuevos
elementos de mediación para obtener conocimiento, utilizando
diferentes enfoques, tales como el positivismo, la relatividad, el funcionalismo,
estructuralismo, materialismo histórico, pragmatismo científico.
Todos son posiciones filosóficas, evidentes en la investigación
científica, con los cuales investigadores llegan a fijar como
punto de vista epistemológico. A partir de allí, el proceso
de interpretación de la realidad, incorpora todo el cuerpo cognoscitivo
anterior, utilizando elementos de mediación entre él y
su realidad. La elaboración teórica subsecuente, sigue
y se condiciona al punto de vista o enfoque que le sirvió de
partida. En la evolución de los elementos de mediación,
la filosofía se encuentra al final de la cúspide de desarrollo
lógico. En todo proceso de interpretación de la realidad,
subyace un determinado punto de vista epistemológico, pues desde
que se comenzaron a desarrollar teorías explicativas de la realidad,
el proceso cognoscitivo se ha iniciado siempre a partir de una en la
relación hombre-realidad donde se fija la posición de
los componentes mediadores.
La teoría constituye un cuerpo conceptual de los aspectos fundamentales
para abordar el análisis concreto de una realidad. El hombre
cuenta con una enorme herencia de información y conocimientos
sobre la vida y determinadas áreas del saber. La teoría
consta de una abstracción sistematizada y actualizada de la realidad
en referencia, elaborada en una permanente y continua aproximación
a la realidad, a partir de su razón de ser, de los aspectos fenomenológicos
que la conforman, de una descripción de las relaciones entre
los elementos que la constituyen y de los factores que la afectan, determinan
y condicionan. Por otra parte incluye los instrumentos y procedimientos
técnicos desarrollados para su aproximación interpretativa.
Las teorías son productos de un proceso continuo de formación
de la ciencia. La teoría es un instrumento lógico formal
que organiza y proyecta el conocimiento para ser utilizado, transformado,
ampliado o desechado en subsecuentes interpretaciones de la realidad.
Proceso
de interpretación de la realidad
El planteamiento presentado se representa gráficamente en diferentes
fases, a fin de ilustrar el proceso cognoscitivo de interpretación
de la realidad:
Observación
fenomenológica
Formulación de supuestos
Instrumentación
Análisis y comprobación de resultados
Discusión
El hombre vinculado con una realidad particular, estimulado generalmente
por sus efectos, siente la necesidad de intervenirla para modificarla.
Esta primera relación entre el hombre y su realidad se da por
procesos de observación, donde se nutre de una información
subjetiva.
Fase de OBSERVACIÓN FENOMENOLÓGICA¬ . Durante ésta,
además de sentir, procesamos la información recibida a
través de "filtros de percepción", los cuales
están indudablemente relacionados con el mundo cultural e intereses
del "sujeto observador".
La percepción de la realidad fenomenológica observada
va a estar entonces influenciada por las necesidades de cada cual, carencias,
tenencias, nivel y desarrollo intelectual teórico, intereses,
rol que ocupa en la sociedad. La relación concreta que el observador
tiene con su mundo real, le condiciona una forma particular de interpretar
lo observado. En esta fase del proceso relacional, el individuo está
influenciado por su apreciación, por los filtros personales que
utiliza para interpretar la realidad, dibujándola de una manera
intencionada y particular, lo que le confiere a la interpretación,
un carácter "subjetivo", desdeñando las características
y límites inherentes a la realidad, como objeto de su interés.
La interpretación de la realidad es un hecho voluntario, aunque
no siempre consciente, que realiza exclusivamente el ser humano. Para
ello, el hombre debe cumplir con tres condiciones necesarias y suficientes
para poder intervenir su realidad en su beneficio:
* Vinculación con la vida. Implica estar en contacto directo
con una situación real. Es necesario que el investigador tenga
relación directa y esté compenetrado con la realidad,
ya que es la única forma cónsona y coherente, en que pueda
surgir el interés de modificar la situación preexistente.
Sin ésta vinculación, la "investigación"
no pasa de ser una simple elucubración teórica, a espaldas
de la realidad, sin utilidad práctica.
* Necesidad. La persona al sentirse retada por la realidad, por carencias,
deficiencias, molestias, incomodidades, etc, significa estar insatisfecho
con la situación actual existente, tanto en lo personal y como
miembro de un colectivo. La necesidad es el motor que nos impulsa a
realizar el proceso interpretativo, para utilizarlo, en aras de solventar
la situación que nos incomoda. La realidad misma no tiene necesidades,
es la afectación que ésta genera en las personas, la que
motiva su intervención. La intencionalidad es un acto consciente
y deliberado del hombre, no un estigma, ni una debilidad del proceso
investigativo, que reduce la calidad de la interpretación. Por
el contrario, es el estímulo fundamental que provoca la acción
y permite establece el compromiso entre el hombre y su realidad.
* Oportunidad. El investigador además de estar vinculado con
una realidad y sentir necesidad concreta, debe poseer la oportunidad
real de intervenirla. Aunque se cumplan con las dos condiciones anteriores,
la oportunidad de poder realizar el proceso interpretativo y correctivo,
tanto material, intelectual y técnico, es una condición
sine qua non, para poderla llevar a cabo con éxito.
El proceso investigativo se inicia, al percibir los efectos evidentes
que originan los fenómenos y hechos presentes en el mundo real
que nos rodea. Los fenómenos y hechos en sí mismos no
generan el malestar, pero si lo son el efecto que éstos generan
en nuestros esquemas de valores. Esta fase del proceso interpretativo
se inicia la elaboración de un inventario o diagnóstico
de los fenómenos y hechos, comenzamos por realizar una observación
fenomenológica. No se limita a una observación cualitativa,
va más allá. Los aspectos que caracterizan la realidad
podemos interpretarlos por sus dimensiones, repitencia, incidencia y
aspectos cuantitativos con éstos se nos permiten dibujar los
aspectos formales de lo real, pero por ello, no deja de ser una apreciación
fenomenológica. A este nivel apreciativo, es necesario explicitar
el contraste existente entre los fenómenos y hechos generados
y el efecto que éstos producen sobre el esquema de valores, expectativas,
intereses y necesidades del investigador; contradicción que mueve
a indagar. Es necesario resaltar que, desde este temprano inicio de
la investigación, evidenciar la contradicción entre el
mundo cultural y real del investigador, le significa tomar partido,
además de exponer el criterio personal al juicio ajeno, es también
comenzar a aceptar el reto, riesgo y compromiso con la realidad y su
transformación.
En la medida misma que acumulamos información fenomenológica,
naturalmente tendemos a actuar impulsivamente en búsqueda de
correctivos, tratando de actuar en consecuencia. La respuesta que producimos,
tiene una alta probabilidad de fracaso o de ser desproporcionada, al
no estar acorde con los factores concretos y materiales que determinan
su existencia, ni con sus determinantes causales, generándose
así, una incoherencia entre la realidad y la presunta solución.
Otra situación, no menos peligrosa, seria la de actuar apegado
a los factores estrictamente formales. Si la aparente solución,
atendiendo los aspectos sintomáticos formales tiene cierto éxito,
la interpretación causal y la búsqueda de posibles correctivos
viables, se pospone peligrosamente.
Para realizar la evaluación de los hechos y fenómenos,
obtenidos en la observación fenomenológica, es vital referenciarlos
al esquema de valores y principios personales que generan la inconformidad.
Mientras este conjunto de valores esté afianzado en juicios subjetivos,
sus efectos perderán relevancia frente a la evaluación
colectiva. Si los intereses personales que son afectados, son descritos
a través de constructos concretos y materializables, la validez
de los juicios que hagamos de la realidad, tendrá mayor pertinencia
correlacional.
La observación de la realidad nos determina una apreciación
subjetiva, construida por los fenómenos que estimulan nuestros
sentidos, pero no nos informa sobre las posibles causas que generan
lo aparente, ni de agentes causales que serían factores determinantes
del fenómeno concreto que nos afecta.
Fase formulación
de supuestos .
Una vez observados los fenómenos que nos afectan, intuitivamente
surge en nuestra mente una explicación causal, señalando
adicionalmente, presuntos agentes causales intervinientes. El proceso
de pensamiento en esta fase puede tomar tres cursos de acción:
se formulan posibles causas de la situación problema como suposiciones
o hipótesis; se elabora un proyecto de acción; o los dos
anteriores, a fin de transformar la realidad. El segundo, es la vía
más frecuentemente empleada, motivados por el interés
de obtener respuestas inmediatas, sin importar las causas que determinan
la situación precedente.
Las hipótesis o proyectos de acción, son un conjunto de
supuestos, organizados en el "constructo" que explica las
posibles causas determinantes de lo observado fenomenológicamente,
o las posibles soluciones como respuestas correctivas. Indican la vía
para emprender la interpretación y/o para corregir una situación
problema, además de indicar cuáles son los instrumentos
teóricos y materiales requeridos para su comprobación.
En cuanto a las hipótesis como presunciones causales, a diferencia
de la realidad misma, son elucubraciones explicativas de una sus partes,
sin llegar a una comprobación. Frecuentemente, se actúa
por lo que se supone y no sobre las causas determinantes, dándole
a la impulsividad un escenario peligroso, porque dirigimos nuestra acción
sobres los supuestos agentes y causas, sin evaluar las probabilidades
de equivocación.
Sobre el proyecto de acción, también como supuesto hipotético,
se concibe ante los efectos generados por los hechos y fenómenos
determinados en la observación. Muchas veces se elaboran planes
correctivos con la premura impuesta por los efectos generados y por
presiones sociales. Un proyecto de acción sin una comprobación
de sus causas, impulsa el comportamiento, sin valorar su pertinencia,
ni sus efectos. Cuando utilizamos un proyecto de acción, se acepta
que con la investigación se tiene el compromiso de generar un
cambio social, económico, educativo, con objetivos grupales o
particulares bien definidos. Por lo tanto, su valor cognoscitivo tiene
un carácter secundario, lo práctico y utilitario se impone
frente a lo estrictamente riguroso y comprometido.
Al emplear un proyecto de acción para relacionarlo con la realidad,
generalmente se elabora partiendo de un planteamiento conceptual preestablecido
y considerado como "deber ser". El interés mismo de
utilizar esta vía para intervenir la realidad parte de considerarla
contraria a una formulación teórica aceptada y conceptuada
como ideal. La persona al actuar por esta vía obvia el enfoque
epistémico que subyace en la interpretación de la realidad,
llegando a pensar que ésta es la única manera de estructurar
el pensamiento.
El efecto obtenido por pensar y actuar impulsivamente, ante un fenómeno
o hecho, retroalimenta con información, sus consecuencias indican
qué tan cerca o lejos está la interpretación elaborada
previamente, de lo real. Por otra parte, se corre el riesgo de fracasar
en el intento de lograr el efecto esperado.
Los trabajos teórico-monográficos contribuyen a la producción
de conocimiento en la medida que estén orientados por una hipótesis
o un plan de acción para convertirse en instrumento de formulaciones
conceptuales. Aislados de un contexto interpretativo de la realidad
se reducen a diagnósticos o inventario bibliográficos,
sobre unas determinadas áreas de conocimiento desde diferentes
puntos de vista de otros.
Las observaciones fenomenológicas manifiestas en trabajos periodísticos,
literarios, históricos, artísticos, cinematográficos,
biográficos, de estudios etnográficos, por su carácter
descriptivo constituyen valiosos aportes para el desarrollo de la memoria
colectiva e individual, pero al no contar con desarrollos de hipótesis
ante hechos, fenómenos y efectos observados son cuestionados
en el ámbito científico tradicional, pues las observaciones
fenomenológicas están condicionadas por el mundo cultural
del investigador. En ningún momento se quiere decir que el trabajo
del investigador se encuentre descontextualizado, quien forma parte
de la realidad.
La formulación de supuestos, hipótesis y planes de acción
permiten la elaboración de instrumentos teóricos y técnicos,
formando parte de la intencionalidad científica, en un proceso
interpretativo de la realidad.
Fase INSTRUMENTACION® . Se desarrolla posteriormente a la fase del
marco hipotético y/o proyecto de acción donde se plantea
la necesidad de seleccionar y/o elaborar los instrumentos conceptuales
y materiales, con los cuales abordar la comprobación, evaluación
o ejecución del proyecto de acción previsto. Ahora es
el momento de proceder a definir los conceptos, instrumentos, variables,
parámetros, poblaciones y muestras, con los cuales comprobar
las hipótesis, para evaluar y ejecutar el proyecto de acción.
En este momento es cuando el investigador asume riesgos teóricos,
al tomar posición filosófica e ideológica, donde
somete al juicio del colectivo la pertinencia teórica-conceptual
de su trabajo, dependiendo de los resultados obtenidos y de la coherencia
metódica.
La aplicación de los instrumentos en vinculación con la
realidad y la necesidad de transformarla se logra a través del
desarrollo y aplicación de los mismos con intención y
ruta fijada en las hipótesis.
Fase ANALISIS DE RESULTADOS¯ . Una vez recolectada la información
pertinente se emprende un proceso de verificación de los supuestos
o hipótesis a través del análisis de los resultados;
constituye también la evaluación intencional del proyecto
de acción, teniendo en cuenta la manera de analizar los resultados
y la forma de presentarlos. La evaluación se refiere a la adecuación
y pertinencia de los instrumentos teóricos, técnicos y
aplicados
Fase DISCUSION° . Los resultados indudablemente debe referenciarse
a aquello supuesto, en función de nuestras hipótesis,
dependiendo de la vía empleada, bien sea a través de la
comprobación de la hipótesis o con el desarrollo y evaluación
del proyecto de acción. La fase discusión de resultados
nos abre el camino para proponer cambios o soluciones sobre la realidad
que se nos planteó como un problema. Si hemos utilizado la vía
del planteamiento de una solución o PROYECTO, las conclusiones
nos indicarán, si es coherente el resultado con la problemática
planteada y/o requiere correctivos para alcanzar el efecto deseado.
Las conclusiones de cualquier proceso de interpretación de la
realidad, sea intencional o espontánea, sea ésta científica
o realizada en el marco de la vida cotidiana, por lo general se divulga
a los otras personas para el momento actual o futuros inmediato, convirtiéndose
éstas en un mecanismo para alimentar los próximos abordajes
de la interpretación de lo real.
La búsqueda de conocimiento por la vía de la investigación
supone la estructuración intencionada y lógica del proceso
de interpretación de la realidad, con fines de aplicación
inmediata en la transformación de la misma. Al recibirse nuevos
estímulos del entorno se reemprende el proceso investigativo,
dándole a la interpretación de la realidad connotaciones
de inacabada, en permanente discusión entre la teoría
y el mundo real. Este proceso de discusión con la realidad, permite
una aproximación a su interpretación en un continuo dialéctico
de producción de conocimiento. El ser humano se aprecia a sí
mismo, contrastándose en sus posibilidades de modificar la realidad
en sus planos intelectuales, emocionales y físicos.
5.
El Rol De La Educación
La educación
juega un papel en una doble dimensión. Como capacitadora ella
transfiere habilidades y destrezas a los integrantes de un determinado
grupo social, con la finalidad de incorporarlos al aparato productivo.
Su eficiencia estaría en función de la capacidad de reducir
la dependencia del individuo para subsistir por sí mismo. Una
segunda dimensión, como agencia socializadora transmite los valores
y comportamientos aceptados por el colectivo de generación en
generación. En la medida en que los conflictos entre los individuos
y las conductas expresadas en los códigos morales y éticos
estén minimizadas, la educación se percibe acorde con
la sociedad donde se inscribe.
En ambos casos la educación es esencialmente conservadora al
perpetuar el sistema, y al anteponer el conocimiento, los valores, los
principios rectores, ideales, códigos al hombre y a su propia
realidad. De esta manera el ser humano viene asumiendo, desde el comienzo
de su historia, la existencia de una sola manera de interpretar el mundo
real, el conocimiento antes que la realidad. Aún cuando en diferentes
momentos, han existido personas con caminos interpretativos que son
complementarios para la evolución del conocimiento, estos enfoques
han representado amenazas y transgresiones insalvables para quienes
se consideran los responsables de la conducción de la humanidad.
De hecho el resultado está en censuras y mediatizaciones del
proceso de conocer. La educación es el proceso social encargado
de sostener ideológicamente la epistémia institucionalmente
aceptada.
Entre metodólogos
y epistemólogos existen diferentes posiciones cuando se pretende
orientar la investigación, bajo la guía conceptual de
la postura filosófica tradicional, como el único punto
de vista posible para abordar la realidad. Se pretende educar bajo una
única estructura del pensamiento, válida universalmente
y para todos los tiempos. De está manera, la educación
se convierte en un instrumento de perpetuador de estructuras de pensamiento
dependientes. Se buscan y difunden "verdades", leyes, conceptos,
utilizados de manera dogmática, para atar el pensamiento creativo
a un determinado enfoque, doctrina, teoría o filosofía
envueltas en un halo de cientificidad.
Es el momento para que la educación asuma el objetivo de fomentar
y estimular la emoción del descubrimiento, promoviendo en el
estudiante la búsqueda puntos de vistas pertinentes y creativos
ante los permanentes retos que le plantea su entorno. La investigación
como actividad inherente a la producción de conocimiento es un
componente fundamental del proceso educativo, convirtiéndose
en el vehículo y fuente de energía de epistémia
centrada en la realidad.
6.
Referencias bibliográficas sugeridas
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En Nombre de la Rosa. Editorial LUMEN
El péndulo de Foucault. Barcelona: Edit. Bompiani- Lumen, 1995.
Gines, Hermano. Pensamiento filosófico para un quehacer. Caracas:
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Goleman, Daniel. La inteligencia emocional. Buenos Aires: Javier Vergara
Editor Traduce: Elsa Mateo, 1996.
LAKATOS, Imre. La metodología de los programas de investigación
científica. Madrid: Alianza Editorial Universidad .Trad. Juan
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WITTGENSTEIN, Ludwig. Tractatus Lógico- Philosophicus. Londres,
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y Asunción Lorenzo. Madrid: Editorial Siruela, 1994.
GEYMINAT, Ludovico. Historia de la filosofía y de la ciencia.
Traduce: Juana Bignozzi y Pedro Roque Ferrer. Barcelona: Critica, Grijaldo
Mondodori, S.A., 1998
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htt://ssie.binghanton.edu/~patee/aepistem.html.
Suares
Joya, Carmen (Comp.) Facilitación de los Aprendizajes en un sistema
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Caracas: Universidad Nacional Abierta- Proyecto IESAD, ISBN: 990-757-254.
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